Las rabietas son una manifestación natural del desarrollo emocional de los niños pequeños. Generalmente ocurren entre los 18 meses y los 4 años, una etapa en la que los niños aún no saben regular sus emociones ni expresar lo que sienten con palabras. Aunque pueden resultar desafiantes para los padres, las rabietas son una oportunidad para enseñar habilidades emocionales valiosas y fortalecer el vínculo con los hijos.
Rabietas Infantiles: Cómo Gestionarlas con Empatía y Eficacia
Causas comunes de las rabietas:
- Fatiga, hambre o sobrestimulación.
- Deseo de independencia (“yo solo”).
- Frustración por no conseguir algo.
- Falta de lenguaje suficiente para comunicar una necesidad o emoción.
- Necesidad de atención o de descarga emocional tras un día intenso.
Estrategias para acompañar una rabieta:
- Mantén la calma: Tu regulación emocional es la guía para tu hijo.
- Valida sus emociones: “Entiendo que estás muy enfadado porque querías más tiempo en el parque.”
- Evita castigos o amenazas: No enseñan a autorregularse, solo a temer.
- Acompaña desde la cercanía: Ofrece consuelo sin exigir que “pare de llorar”.
- Utiliza palabras sencillas: Ayuda a poner nombre a lo que siente: tristeza, rabia, frustración.
Prevención y anticipación:
- Establece rutinas claras y predecibles.
- Da pequeñas elecciones cuando sea posible.
- Usa lenguaje sencillo para explicar lo que va a ocurrir.
- Observa los detonantes habituales y anticipa soluciones.
- Evita sobrecargar el día con demasiadas actividades.
Después de la rabieta: Cuando el niño esté tranquilo, habla sobre lo ocurrido, nombra las emociones y ofrece alternativas para manejar situaciones similares en el futuro. Reforzar la idea de que puede contar contigo incluso en sus peores momentos fortalece la confianza mutua.
Lo que NO ayuda:
- Ignorar al niño por completo.
- Burlarse, ridiculizar o minimizar sus sentimientos.
- Amenazar con irse, castigos desproporcionados o chantajes emocionales.
Las rabietas no son un fallo de crianza ni un acto de rebeldía. Son parte de un proceso madurativo que, con acompañamiento respetuoso, ayuda a los niños a crecer emocionalmente. En La Casa del Peque, promovemos una crianza basada en la empatía, el respeto y la conexión como pilares para una infancia sana y feliz.