CONSEJOS PARA PASEAR A UN BEBÉ

 

El paseo con nuestro bebé es una de la mejores oportunidades para que el pequeño vaya estableciendo, de manera progresiva, contacto con los múltiples estímulos que, cada vez más y conforme vaya creciendo, van a formar parte de su mundo y su día a día. Ya que cada bebé es distinto en cuanto a fisionomía y a necesidades físicas y anímicas, las pautas para pasearlo variarán de un caso a otro, aunque no de manera demasiado notoria.

Pasea a tu bebé de manera óptima: Consejos y recomendaciones

Pasea a tu bebé de manera óptima: Consejos y recomendaciones

La actitud de la madre o el padre

Aunque no siempre es posible, dada nuestra condición de seres humanos en constante cambio emocional, hemos de intentar transmitir a nuestro bebé un estado de ánimo positivo, hablándole durante el paseo e intentando facilitarle la visión para que vaya descubriendo el mundo por sí mismo desde el espléndido parador que es su carrito (o silla o portabebés). Para ello, iremos variando la posición de la sombrilla o de la capota que utilicemos para resguardarlo del sol y/o del viento. Ello también afectará a que el infante no se sienta sobreprotegido y a regular la temperatura según corresponda.

En caso de que necesitemos delegar el paseo de nuestro hijo a otra persona de confianza, es crucial que transmitamos estos factores (así como el resto que a continuación desarrollamos) de la manera más precisa y clara posible, sobre todo para salvaguardar la seguridad del bebé, claro, pero también para que el pequeño no note cambios drásticos entre unas salidas y otras, lo que podría dar lugar a cambios poco aconsejables en su estado de ánimo.

Elementos imprescindibles durante el paseo

Los objetos que llevaremos con nosotros cuando salgamos a pasear variarán de modo considerable atendiendo especialmente a la estación en la que nos encontremos. Así, en verano no podemos olvidar la mencionada sombrilla regulable, una botella de agua (nunca demasiado fría) y crema solar. Asimismo, llevaremos alguna prenda de recambio por si la situación climatológica cambia de modo drástico (obviamente, esto aplica también en invierno).

Durante los meses más fríos del año, además de comprobar de manera regular que la capota está en buenas condiciones, abrigaremos a nuestro pequeño con un gorro (que cubra las orejas y que no dé un calor excesivo) y con peucos o calcetines acordes a la temperatura imperante. Asimismo, siempre llevaremos una pequeña manta por si el frío empeora. En cuanto a la vestimenta, hemos de tener en cuenta que el infante no va a moverse (al contrario que nosotros), por lo que, por regla general, le pondremos siempre una capa más de ropa que las que llevemos nosotros.

Tanto en verano como en invierno, es aconsejable llevar encima tanto una muda de ropa como unas gafas que puedan proteger al pequeño de los rayos solares y, sobre todo, del viento. En cuanto al vehículo utilizado para los paseos, y dada la controversia actual al respecto, solo recomendaremos que, sea este del tipo que sea, esté a una altura elevada, de cara a evitar que la inmundicia del suelo (polvo que se levanta, gases, etc.) pueda llegar hasta nuestro hijo.

Pasear al bebé en verano y pasearlo en invierno

Una de las creencias más extendidas es que cuando hace mucho frío conviene que el bebé se quede en casa, de cara a prevenir resfriados. Lejos de ser esta una buena recomendación, lo cierto es que el frío (siempre que no sea extremo, claro, y que no haga mucho viento), e incluso acompañado de lluvia o nieve moderadas, es beneficioso para nuestro hijo, ya que ayuda a despejar sus vías respiratorias y a que vaya aclimatándose de forma progresiva. Con todo, se aconseja que en invierno los paseos se realicen en las horas centrales del día, cuando la temperatura es templada. Y, en caso de que salga el sol, ¡a aprovecharlo!

Durante el verano, el principal consejo es que se eviten las horas de calor extremo, es decir, que los paseos se realicen durante las primeras o las últimas horas del día. Asimismo, intentaremos pasear por lugares donde predomine la vegetación, que no solo aportará al pequeño sombra y sol y modo alterno, sino también un oxígeno de mayor calidad. Y recuerda que, tanto en los meses fríos como en los más cálidos, debes ir controlando la temperatura de tu pequeño para que ni pase frío (su nariz y sus piececitos suelen ser buenos termómetros) ni sude en exceso (puedes comprobarlo tocando su nuca).