La cuestión de la imaginación es una de las constantes en el desarrollo madurativo de los niños y niñas, puesto que el desarrollo de la creatividad en la infancia proporciona estrategias para enfrentar los retos de la vida cotidiana y les otorga la capacidad para seguir desarrollándose en el mundo en cuanto a relaciones, experiencias de vida y procesos en sus desarrollos personales. La creatividad además es la herramienta clave para resolver problemas, para tener una vida plena y para aprender sobre la capacidad de adaptación y de la búsqueda de soluciones imaginativas.
Juegos de mesa, una actividad perfecta para los más pequeños
En este sentido, en el artículo de hoy hablamos sobre algunas estrategias que permiten fomentar la imaginación de los más pequeños. La creatividad, entendida como un proceso, está relacionada con generar ideas nuevas que nos sirvan para afrontar situaciones complicadas o dificultosas, pero como cualquier otra habilidad, es necesario entrenarla para que estas ideas novedosas sean realmente útiles. Todo el mundo puede ser imaginativo o creativo, el problema es que en el camino a la adultez muchas veces perdemos la curiosidad infantil que nos permite, desde el juego, aprender sobre nosotros mismos y sobre el mundo.
Por eso, dicha curiosidad es la clave: Jugar a juegos que desafíen la curiosidad infantil como las pruebas, las gymkanas, los recursos educativos de intriga, misterio o solución de conflictos puede ser una gran forma de estimular la curiosidad. También es una manera de que nuestros niños y niñas puedan atreverse a probar, a pensar por sí mismos y a proponer ideas que pueden no ser las más adecuadas, pero les facilitará la posibilidad de intentar resolver los conflictos sin miedo a equivocarse. Las ideas diferentes a las tradicionales también son bienvenidas, por lo que podemos hacer hincapié en que en el inicio de los grandes inventos estas revoluciones científicas también se tomaron como sinsentidos, por ejemplo.
Otra de las formas de fomentar la imaginación en los niños mediante el juego son los recursos literarios, los talleres de teatro, los talleres de expresión artística o las disciplinas como la danza, el canto o el mundo audiovisual. Los talleres donde haya que construir, reinterpretar, explorar los movimientos del cuerpo, pintar a través de la sensorialidad o de la gestualidad, o incluso simplemente debatir una película tras el visionado nos proporcionan herramientas para compartir nuestras ideas, nuestras emociones y favorecen la espontaneidad y la pérdida de la vergüenza inicial a los procesos creativos.
Finalmente, los recursos y las metodologías pueden ser muy variados, pero lo más importante para fomentar la imaginación es simplemente jugar, ponernos como adultos en la disposición de entrar en el mundo infantil e improvisar en familia, jugar juntos, reír y dejar fluir nuestra emociones. El apoyo del mundo de los adultos será esencial para que los niños y las niñas desarrollen su imaginación y aprendan a respetar su propio tiempo de juego, de aprendizaje y de escucha, por lo que ritualizar las rutinas diarias desde una perspectiva lúdica puede favorecer que nuestros pequeños y pequeñas sientan que están participando en la vida familiar desde el trabajo en equipo.