Educar en positivo no significa “dejar hacer lo que quieran”, ni evitar los límites. Se trata de acompañar la crianza desde el respeto, la empatía y la firmeza amorosa. En lugar de castigos, gritos o amenazas, la disciplina positiva ofrece herramientas que fortalecen el vínculo, enseñan habilidades para la vida y fomentan la colaboración desde el entendimiento. En La Casa del Peque te contamos en qué consiste este enfoque y cómo aplicarlo en tu día a día.

Educar en Positivo: Disciplina con Respeto y Límites Claros
¿Qué es la disciplina positiva?
Es un modelo educativo basado en el respeto mutuo, la conexión emocional y la enseñanza de habilidades sociales, emocionales y de autorregulación. Fue desarrollada por Jane Nelsen y se apoya en los principios de la psicología individual de Alfred Adler.
Se basa en dos pilares:
Firmeza: establecer límites y normas claras.
Amabilidad: validar emociones y actuar desde el cariño, no desde el miedo.
Beneficios de educar en positivo:
Refuerza la autoestima del niño.
Fomenta la responsabilidad y la cooperación.
Reduce las conductas agresivas o desafiantes.
Mejora la relación y la comunicación entre adultos y niños.
Enseña autocontrol y empatía.
Diferencias con otros métodos:
Método tradicional | Disciplina positiva |
---|---|
Castigos, premios, gritos | Consecuencias lógicas y respetuosas |
Obediencia ciega | Colaboración consciente |
Autoridad impuesta | Autoridad afectiva y coherente |
“Porque lo digo yo” | Explicación y comprensión |
Cómo aplicar la disciplina positiva en casa:
1. Conecta antes de corregir:
Antes de poner límites, conecta emocionalmente con el niño. “Veo que estás enfadado, ¿quieres contarme qué pasa?”
2. Establece límites claros y coherentes:
Los niños necesitan estructura. No se trata de imponer, sino de guiar. “Sé que quieres seguir jugando, pero ahora toca cenar. Luego puedes continuar”.
3. Usa consecuencias naturales o lógicas:
Si lanza un juguete, el juguete se guarda. Si derrama agua, le damos un trapo para limpiar. Así aprende la relación causa-consecuencia sin castigo.
4. Da opciones limitadas:
Permitir pequeñas decisiones empodera y reduce conflictos. “¿Quieres vestirte solo o te ayudo?”
5. Valida emociones, no conductas inadecuadas:
“Está bien sentirse enfadado, pero no está bien pegar. Vamos a ver otra forma de decir lo que necesitas”.
6. Sé ejemplo:
Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que oyen. Si gritamos para pedir que no griten, estamos mandando un mensaje contradictorio.
¿Qué hacer en momentos de crisis?
Respira y calma tu propio sistema nervioso.
Habla en voz baja, baja a su altura.
Evita sermones largos: “Te quiero, pero esto no está bien. Vamos a solucionarlo juntos”.
Si tú te equivocas, pide perdón. Enseñarás humildad y reparación.
Conclusión:
Educar en positivo no es fácil ni rápido, pero es profundamente transformador. Se trata de educar desde el amor, con límites sanos y conexión real. Los niños que crecen bajo este enfoque no solo obedecen, sino que comprenden, cooperan y confían. En La Casa del Peque, te animamos a mirar más allá del comportamiento y ver al niño que hay detrás, con sus emociones, necesidades y ganas de aprender a tu lado.